Justo en la lengüeta de su zapato había una plaquita de
metal que decía “huesos” y encima de esa plaquita había ese día una hojita muy
verde que estuvo ahí posada durante casi dos horas. Pero él no vio la hojita y
tampoco sabía que en sus mocasines decía “huesos”.
Dos mujeres de sesenta años hablan de sus mascotas. Una
habla de su perro y se refiere a él como un felino. La otra tiene un gato y
durante toda la charla, que dura quince minutos, piensa que su compañera de
charla también tiene un gato. A los once minutos de conversación la primera
mujer dice que su felino “ladra muy fuerte cuando tiene hambre”, pero la otra
interrumpe con un “claro, claro, son terribles” y el momento de aclarar el
malentendido finalmente no ocurre.
Una adolescente está recibiendo un masaje profesional. La
masajista le habla mucho sobre pensar en positivo. La chica quiere que la mujer
se calle, pero no le dice nada. Finalmente, la masajista hace silencio y a la
masajeada le cuesta relajarse. Piensa que le cuesta relajarse. Piensa que no
debería haber ido a hacerse masajes con tantas cosas que tiene que hacer.
Piensa que no sabe qué hacer de su vida, que envidia a la gente que tiene “la
vida resuelta”. Piensa que debería estar disfrutando el masaje, basta de
pensar. Intenta relajarse y se dice que a partir de mañana va a pensar en
positivo.
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