lunes, 10 de marzo de 2008

me encanto

El médico termina de examinarnos y nos tranquiliza. Su voz grave y cordial precede los medicamentos cuya receta escribe ahora, sentado ante su mesa. De cuando en cuando alza la cabeza y sonríe, alentándonos. No es de cuidado, en una semana estaremos bien. Nos arrellanamos en nuestro sillón, felices, y miramos distraídamente en torno. De pronto, en la penumbra debajo de la mesa vemos las piernas del médico. Se ha subido los pantalones hasta los muslos, y tiene medias de mujer.




Julio Cortazar, Historias de Cronopios y de famas.

2 comentarios:

Fernando dijo...

hiroshima mon amour

Pablo Levy dijo...

firmo desde mi nuevo aparatin... Polit