Los insectos se quedan tranquilos. El científico se canso de buscar la verdad y se fue de luna de miel.
Miel de abejas que son amigas del miedo encarnado en un chimpancé.
Los leones marinos son ágiles en el agua. En la tierra se secan como pasas de uva que son flora y naturaleza muerta que un pintor convierte en arte. Pinta un cuadro de floreros pero las flores no son lo importante. El artista busca la belleza y cree haberla encontrado cuando empieza el cuadro de un león marino en color azul y dorado. Su mujer lo distrae y florece a su lado recibiendo una pincelada por accidente. La mujer y el cuadro, en ese orden, se apagan. Duermen. El artista no duerme. Sus ojos se burlan de él. No pueden ver más alla de las horas que cada vez son más largas. Su noche es un largo insomnio y el no llora por eso. El pinta. Rompe el cuadro al amanecer. Y vuelve a su colchón que ahora es incómodo y hostil. Su mujer lo besa y se va. Se va a trabajar porque desde ahora sostiene a la familia que necesita nutrirse de nuevos aires. Y ella es la encargada de atraer esos aires y soplarlos hasta la casa donde el pintor los convierte en arte.
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